Una jornada silvestre en un ambiente campestre

El domingo pasado sin ir más lejos un grupo de personas quedamos.

Fuimos llegando, nos saludamos o nos miramos, algunas nos preguntamos ¿Quiénes son y porque están aquí conmigo? o ¿porqué estoy yo aquí con ellos? “algo compartimos” fue la respuesta y en ella nos encontramos.

Fuimos a pasear para: desentrañar, desmadejar o dilucidar, ¡flipa colega!, que era ese algo que compartíamos. Así, sin darnos cuenta, fue que subimos a la cima de la montaña que estaba encima de nuestras cabezas. Miramos de nuevo, pero no a nosotros mismos, sino que miramos al frente, al océano de paisaje que se mostraba imponente ante nuestros ojos y que nos llamaba con la fuerza salvaje de la vida.

Vimos los primeros gigantes eólicos, supimos de las decenas de ellos que se maquinan. Juntas reflexionamos y nos informamos sobre el expolio de los recursos del mundo rural, la burda e innecesaria acumulación de riqueza, la degradación de la calidad de vida en los pueblos afectados, la pérdida de población de los municipios con más eólicos. También se detalló la matanza persistente de aves, mamíferos alados e insectos, los terribles destrozos del suelo para su construcción, la imposible restauración posterior, el descabellado coste ambiental de la fabricación de los molinos, el enterramiento de las gigantescas palas al fin de su vida útil….de la necesaria producción local de la energía, del autoconsumo, de las redes cortas de distribución, del falso discurso de la energía verde, de la pura especulación y del márquetin verde.

Sentimos, una vez más, tristeza y una cierta desolación, pero estábamos allí, estábamos juntas, estábamos llenas de razones, amores y bellezas. Cómplices en el encuentro entre nosotras, la tierra, el cielo y el mar, sin decirlo, convenimos en cuidar juntas ese algo que ya sabíamos que compartíamos, la voluntad de oponernos a la sinrazón de seguir agrediendo a nuestro hermoso planeta y a la belleza de la existencia.

Nos fuimos a celebrar nuestro encuentro y nuestro acuerdo. Si la fuerza del capital es el estado de necesidad, pasamos la tarde en el estado de la abundancia. Abundancia de tiempo para compartir, abundancia de sonrisas amigas, de risas, de abrazos, abundancia de tortillas, rosquillas, bollos preñados, café, vino y orujo, sobreabundancia de empanadas, abundancia de carreras y tropezones, malabares y canciones y abundancia de amores amados y amores soñados. Abundancia de agradecimientos. Una jornada silvestre en un ambiente campestre.

Y complementando este precioso relato escrito por Yago y con fotos de Laura – ¡gracias a los dos!…quisimos escuchar lo que resonaba en las personas que habíamos participado,…y a continuación os compartimos una nube de palabras y testimonios recibidos por parte de alguno de los participantes.

“La magia de vibrar en sintonía es que se consiguen muchas cosas por el camino aunque no se logré el objetivo que nos unió en principio. A veces importa tanto el viaje como el destino” Azucena

“Agradecimiento a todas as personas que acompañaron con el seu sentir e por compartir, axudando a dar más energía e aportar más” Manuel

“Diversidad, ganas de hacer cosas, ganas de fracasar, ganas de pasarlo bien, ganas de encontrarse, ganas de encontrar un mundo un poco más lindo, ganas de reír,…”

“El encuentro de ayer muy bonito y muy gratificante, tamos facendo unha buena labor que seguramente nos será recompensada algún día, y xuntarse con vosotros, y compartir as nosas preocupaciones y q todos tamos aportando nuestro granito de arena da fuerza pa seguir luchando por a causa” Diego

“Esta lucha, sin ser fácil, è visible. Sin embargo, entreverado, hay outro campo de batalla que se fai en lo pequeno, nesa revolución íntima y despiadadamente desagradecida que è a del reconocimiento dos cuidados.

El cuidado da terra y el cuidado dos nenos, que son a promesa desa terra, nun poden verse separadamente. Porque todo, nun solo os eólicos, tamèn a corresponsabilidá, è defensa da vida. Y ahí inda queda camín, creo que más largo.

Lo personal y lo social nun poden separarse. Y a mía impresión del encontro ten el tinte dunha lucha que vivo con dureza, por lo silenciosa.” Anónimo

“Es terapéutico desde que entré en el grupo. Pasa a ser de lo más importante para mí. Antes lo tenía como una espina. Aporto mi granito y sueño con que la integración crezca y así las acciones sin respeto desaparezcan” Ramón

“Momento de encontro, de respeto, unión, alegría, apoyo mutuo, amor pola terra, digna rabia, serenidad, confianza, firmeza, envolvente…”

“Salí sonriendo de dentro a fora, por dentro y por fora! Regusto y ganas de más, reforzada en fuerza desde el corazón y cuidados. Pa repetir. Importante xuntarnos, hermosos, lugar y xente del pueblo acollidos, gustosos…” Eva Luna

¡Gracias a todas y todos por vuestra preciosa, poderosa y consciente presencia! ¡Seguimos fortalecidas y nutridas!

Un comentario en “Una jornada silvestre en un ambiente campestre

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